El terrorista Benjamín Netanyahu propone a su colega Donald Trump para el Nobel de la Paz. Este último, ni corto ni perezoso, le contesta: “Muchas gracias. Viniendo de ti es especialmente importante”. Netanyahu había declarado en la Casa Blanca ante su contrincante: “Está forjando la paz… la carta que envié al Comité del Premio Nobel, le nomina para el Premio de la Paz, que es bien merecido, y usted debería recibirlo”.

Hay que considerar que Trump se muere por recibir semejante galardón, y que Netanyahu no es el primero ni el único en hacer esta propuesta. Antes que él, la hizo el Gobierno de Pakistán, se dice que por la labor diplomática hecha por Trump durante la crisis surgida entre este país y la India.

Grandes hombres, verdaderos hombres pacifistas y personajes muy considerados en la Historia humanitaria, que verdaderamente trabajaron por conseguir la paz y la concordia entre los seres humanos, no han conseguido esta recompensa. Pero Trump tiene mucha competencia porque la ONG Acción por Gaza está promocionando, a través de medios sociales, que se conceda el premio a la experta de la ONU Francesca Albanese y a los médicos de Gaza por su trabajo y abnegación en la zona. La señora Albanese ha denunciado, como otras ONG’s, las violaciones de derechos humanos y a los políticos y empresas que se lucran con el genocidio en Palestina. Por ello, EEUU le ha declarado la guerra, anunciando sanciones contra ella e intimidándola con métodos mafiosos, según ha declarado recientemente la señora.

Netanyahu quiere ahora construir en Gaza un campamento sobre unas ruinas para encerrar a unos 600.000 palestinos, después de no haber conseguido expulsar a los dos millones de gazatíes para montar un chiringuito turístico.  

La muerte sigue estando al día en Gaza. Diariamente unas cien personas civiles entre ancianos, mujeres y niños se encuentran con ella. Y se calcula que, desde aquel 7 de octubre de 2023 en que Hamas secuestró a aquellos 250 israelíes, hasta el 2 de julio de 2025, ha habido unos 59.000 muertos (57.418 palestinos y 1.706 israelíes). En este genocidio hay unos 1.600 trabajadores sanitario muertos (por los bombardeos que han sufrido los hospitales), 310 trabajadores de la UNRWA, 120 académicos y más de 220 periodistas, todos ellos personas que nada tienen que ver con la guerra. Además, se sabe que el número de heridos ha alcanzado los 137.887 y que hay miles de cadáveres bajo los escombros de los edificios destruidos.  

El problema ahora es el empeño de Netanyahu de controlar la ayuda humanitaria que se distribuye en Gaza. Israel, según se ha averiguado, utiliza el control de la ayuda humanitaria para hacer morir de hambre a los gazatíes y como una estrategia de aniquilación del pueblo palestino. Abres un saco de harina y te encuentras con pastillas de Oxycodona, un medicamento que se emplea para aliviar el dolor agudo y crónico, esencialmente en el tratamiento del dolor relacionado con el cáncer de adultos. Tiene un alto potencial de abuso y dependencia, por lo que debe usarse bajo supervisión médica. Los efectos fisiológicos, según el amigo Google, son la sedación, depresión respiratoria, estreñimiento, constricción papilar y daños epáticos graves. Los efectos de una sobredosis incluyen somnolencia extrema, debilidad muscular, confusión, piel fría y pegajosa, pupilas puntiformes, respiración superficial, ritmo cardíaco lento, desmayo y posible muerte.

En los últimos días, además de morir por bombardeos, disparos de fusiles, metralletas o por la caída de los escombros de edificios, en Gaza se puede morir lentamente por la ayuda humanitaria que entra en la zona. “Esta ayuda se está convirtiendo en arma al servicio de objetivos políticos y militares”, afirmó el comisionado general de la Agencia de la ONU para los refugiados palestinos.

Al parecer la Fundación Humanitaria para Gaza (GHF), es la encargada desde finales del pasado mayo, de la distribución de toda la ayuda humanitaria que entra en Gaza. Ésta tiene tres centros en el sur de la Franja y uno en el centro y su labor ha sido muy criticada debido a múltiples incidentes. Se comenta que más de 600 palestinos han muerto en cinco semanas en estos puntos de distribución.

Pero, ¿quién es GHF? Esta organización respaldada por EEUU y por Israel, está liderada por el reverendo Johnnie Moore, cercano a Donald Trump y a Benjamín Netanyahu, ha sido muy criticada por 170 organizaciones internacionales, incluidas Save The Children, Oxfam Intermón y Amnistía Internacional que han denunciado que la iniciativa “viola principios humanitarios y representa una estrategia para desviar la ayuda y fortalecer objetivos políticos de Israel”.  A ver ¿quién da más? ¿Qué hay que hacer para condenar a Israel y mandar al terrorista Netanyahu y a su ejército a la pena capital?

Europa, !!!no seas benevolente y condena de una vez a Netanyahu y a su ejército¡¡¡, !!!Europa, te haces cómplice del genocidio¡¡¡

No se olviden de Gaza, ni de los cientos de miles de refugiados que esperan su aniquilación en muchos rincones de éste, nuestro mundo.

Estamos viviendo una época muy convulsiva, pensé mientras recordaba los acontecimientos dramáticos a los que asistimos en la última década, o tan solo en los últimos seis años.

Primero fue el virus del Corona durante el cual descubrimos, entre otras cosas, que existían vocablos que no conocíamos y que jamás habíamos oído pronunciar ni leído: el confinamiento, o sea atrincherarse en casa y no salir a la calle nada más que en casos de extrema emergencia.  “Aislamiento temporal, generalmente impuesto a una población, una persona o grupo por razones de salud o de seguridad”, como reza en el diccionario de la RAE.

El Covid-19 que, casi seis años después, todavía se mantiene por aquí y por alládisfrazado en forma de gripe normal, ha producido estragos en la población mundial, además del número de personas que han perdido la vida a su costa. Según la Organización Mundial de la Salud, entre el 1 de enero de 2020 y el 31 de diciembre de 2021, se produjeron cerca de 15 millones de muertes a causa de esta pandemia (pandemia, otro nuevo vocablo). Incluso hay quien sitúa la cifra en 18,2 millones de personas y, en general, se ha cebado con las gentes de mayor edad, debido a sus débiles y escasas fortalezas. Y, sin exagerar, quien no ha sentido la pérdida de un familiar o de un próximo en estos últimos años por su causa.

Lo malo es que el Covid-19, no fue el único mal que hemos sufrido últimamente. Además, se han producido varias catástrofes naturales y climáticas de gran magnitud: terremotos, volcanes, inundaciones, incendios… a través de todo el planeta, produciendo grandes desastres humanos, económicos…

Entre los desastres naturales que han afectado recientemente a España, destacan el temporal de Filomena en enero de 2021 y la erupción del volcán de La Palma, ocurrida en septiembre del mismo año, que tuvieron costos de 505 y 233 millones de euros respectivamente. En general, los desastres naturales que conoció España ese año, tuvieron un costo total de alrededor de 3.600 millones de euros, cifra nada desdeñable.

La cuenca mediterránea española ha conocido el año pasado otra catástrofe, si cabe, peor que las de costumbre (ligeras inundaciones), a causa del cambio climático: las temperaturas extremas, han provocado un incremento de las sequías, las olas de calor y han traído la inundación más extrema, la DANA o una Depresión Aislada a Niveles Altos, que azotó la Comunidad Valenciana, produciendo más de 200 fallecidos e incalculables personas desaparecidas. Desde finales de octubre de 2024 hasta la fecha, finales de mayo de 2025, siguen sin calcularse los daños económicos sufridos. Los valencianos continúan hoy día, sufriendo las consecuencias de este desastre, que ha contado con el apoyo y ayuda de grupos militares y de civiles voluntarios, que han acudido cuando su trabajo y sus medios se lo permitían.   

No hemos terminado con la DANA, cuando de repente y por sorpresa, nos llega el apagón. El lunes 28 de abril a las 12.33 hora europea, varios países sufrieron un corte sorprendente de energía, con lo que ello supone. Falta de electricidad en las casas, calles, comercios, administraciones, estaciones de trenes, autobuses, metro y aeropuertos. O sea, un paro total de las actividades y, mientras tanto, lo que hay depositado en las neveras y congeladores, yéndose al garete, por descongelación acelerada debido a la temperatura primaveral reinante. Esto no es todo, como la gente está acostumbrada a pagar un café y casi a comprar una barra de pan con la tarjeta, pues andan sin dinero en efectivo. El propietario de la cafetería que se haya más cerca de mi casa, me contó que ese lunes han acudido a él varios clientes pidiéndole fiado lo que iban a comer y beber por falta de parné en el bolsillo y por la imposibilidad de poder pagar con una tarjeta bancaria. Pero enMadrid, me comentaron que las terrazas de bares, cafeterías y restaurantes estaban abarrotadas con los que sí tenían efectivo. Ellos, la clientela consumista, estaban dispuestos a acabar con lo que quedaba en las neveras y congeladores. Pero y nosotros, ¿dónde estábamos y qué hacíamos?

Mi mujer y yo nos encontrábamos en Lisboa, disfrutando de un viaje de placer. El domingo 27 debíamos coger el avión de regreso a casa, y a las cinco de la tarde nos encontrábamos ya en el aeropuerto. Facturamos las maletas y nos sentamos a tomar un refresco, cuando de repente nos dimos cuenta que nuestro vuelo de Easyjet había sido cancelado. Porqué, pues no lo supimos porque nadie nos ha dado la razón de lo que había pasado. Después de preguntar por el próximo vuelo, de cómo recuperar las maletas ya facturadas y de todas las dudas que nos surgían, decidimos separarnos para solucionar las cosas. Personalmente me quedé mirando cuándo había un vuelo a Madrid, mientras mi mujer se fue a recuperar las maletas facturadas. Menudo lío. Nos informaron de que la compañía no tenía un vuelo para el día siguiente, o sea había que reservar el vuelo de pasado mañana, o sea del martes, o buscar otra compañía que vuele el día siguiente, o sea el lunes 28, y tuvimos suerte. Pude reservar, usando el teléfono, un vuelo para ese lunes por la tarde, ¡premio dije! Lisboa no quiere soltarnos y sus espíritus han decidido que sigamos allí un día más pensé, pues así será, y así mañana volveré a comer ese delicioso plato de sardinas en aquella terraza céntrica. Esa hora de separación entre mi mujer y yo, fue infernal. Resulta que no podíamos contactarnos por WhatsApp ni por teléfono. Ella estaba en una planta y yo en otra, no tan lejos, pero había mucho barullo porque nuestro vuelo no era el único cancelado de Easyjet. Estaba cancelado también un vuelo interno, el de la isla de Madeira al cual han encontrado un avión de remplazo.

Pasada esa hora de incertidumbre, ya habíamos reservado un vuelo para el día siguiente y ya habíamos recuperado las maletas, pero nos faltaba el hotel. ¿Dónde íbamos a pasar la noche? Tenía todavía los papeles de la reserva con todos los datos, incluido el número de teléfono del Hotel Plaza. Fácil, muy fácil ha sido contactar con el hotel donde habíamos pernoctado las cuatro noches anteriores, y nos reservaron la misma habitación, la 102. Digo que fue fácil porque varios de los jóvenes que se encontraban en la recepción del hotel, entendían y hablaban un buen español. No había problema, me identificaron a la perfección y todo fue coser y cantar.

Ya sabíamos los autobuses que iban y venían del aeropuerto a la ciudad. Todos pasaban nada lejos del hotel. Así evitábamos que otro taxista nos la juegue, como nos pasó aquel día que llegamos a Lisboa. Pagamos 49 € por un trayecto que pasaba unos pocos euros de la mitad. Así nos comentaron en el hotel, que lo sabían muy bien, pero también sabían que a unos clientes suyos les costó la broma unos 600 € como nos dijeron. Esto no quiere decir que todos los taxistas de Lisboa son unos mangantes, ni mucho menos. Otros fueron con nosotros amables, serviciales y muy correctos.

Volvimos a la habitación 102. Dejamos las maletas y salimos a dar un paseo. Una preciosa tarde de primavera teníamos por delante, pero no tardamos en volver al hotel. Estábamos cansados después de esas dos horas de nervios que pasamos en el aeropuerto, y decidimos cenar algo allí mismo y subir a descansar, que mañana pasaríamos otro día en Lisboa.

El Hotel Plaza de Lisboa ofrece varios servicios más a su clientela. Se puede tomar agua, café y té gratuitamente todo el día en una sala de la planta baja, pero también se puede disfrutar de un vino de Oporto a discreción, en una esquina cercana de la cafetería. Digo a discreción, porque en días anteriores observamos cómo unos clientes, o una clienta en particular, se sentaba enfrente de las dos botellas de vino y no se levantaba hasta ingerir unas cuatro o cinco copas de ese delicioso vino. Así nos plantamos en una mesa, pedimos un par de cervezas y nos fuimos a por un par de vinos de Oporto para calmar la sed y tranquilizar los nervios. Cenamos y nos subimos a la 102 a descansar que, al día siguiente, lunes 28 de mayo, seguíamos en Lisboa, que es una ciudad de encanto. Pues disfrutemos ya que estamos aquí, pensamos.  

Al día siguiente y después de desayunar, pensé en imprimir las tarjetas de embarque de nuestro vuelo de por la tarde. Volábamos con Iberia, o sea que era como estar ya en casa. Pregunté a los jóvenes de la recepción por si podía utilizar la sala de los ordenadores y me dieron permiso para acceder. Encendí el ordenador y la impresora para entrar a mi correo donde tenía acceso a los billetes de vuelta a Madrid. Imprimí los billetes y justo cuando pretendía imprimir las tarjetas de embarque, se fue la luz. Vaya pensé, justo ahora. Eran las 11.33 horas en Lisboa, una hora menos que en Europa, donde a las 12.33 h se produjo el apagón. La mitad del hotel tenía luz y la otra mitad se había quedado a oscuras. Bueno, dentro de nada se restablecerá la luz y sacaré las dichosas tarjetas de embarque. Pero no fue así, después de  unos diez minutos, uno de los jóvenes de la recepción me dijo que no me preocupara que él me podía imprimir las tarjetas y así fue, dicho y hecho y sin problema alguno.

Las noticias del apagón se fueron extendiendo con suma rapidez. Que no había luz en todo el barrio, que tampoco funcionaban los semáforos en un lunes de intenso tráfico, que el apagón alcanzó el centro de la ciudad y las zonas turísticas donde todos los establecimientos que no tuvieran un generador, se habían quedado a oscuras. Las terrazas de bares, cafeterías, mesones, bodegas, restaurantes, casas de comida y chiringuitos en general, no daban servicio de comidas calientes. Tan solo ofrecían bocadillos y sándwiches fríos. La bebida también se encontraba restringida, no había cerveza de barril, ni cafés ni infusiones. Tan solo botellas de agua, que poco a poco estaban calentorras, atendiendo al calor que la gente en las calles iba soportando. A finales de abril, ya en primavera, el sol de Lisboa no quemaba, pero picaba un poquito.

Nos dimos un corto paseo y volvimos al hotel. Allí nos trataban bien y nuestras maletas las había custodiado el portero. Se empezaba a murmurar que el apagón no era tan solo lisboeta ni tan solo portugués. Se hablaba también de España, el sur de Francia, parte de Italia, Alemania, Holanda y no sé qué países europeos más. Se habló de los medios de transporte públicos, sobre todo de trenes, barcos y aviones. Seguramente que las torres de control tendrán electricidad. No pueden quedarse a oscuras por causa de una pequeña avería eléctrica.

Sí, empezaron a llegar mensajes de trenes y vuelos cancelados. La cosa iba preocupando poco a poco a todo el mundo. Que sí había vuelos, que no se podía volar, que los trenes se habían quedado en las estaciones… Todo el mundo opinaba y nadie sabía a ciencia cierta lo que iba a pasar o lo que estaba pasando ya. El joven y simpático de la recepción del hotel, me miró y me susurró: señor el hotel se ha llenado en un momento, no me quedan habitaciones libres, lo siento mucho.

Seguros ya de la cancelación del vuelo de Iberia de ese lunes, ahora debemos encontrar donde alojarnos, donde pasar la noche, que a nuestra edad no podíamos quedarnos sin habitación. Gracias a la divinidad y, no nos explicamos como, en el Hotel Plaza había red todavía. Rápidamente utilizando el teléfono móvil, me contacté a la red con el fin de encontrar un hotel y sin tardar mucho lo conseguí. Era un hotel de 4 estrellas que no se encontraba lejos de donde estábamos, lo encontré buscando por Booking y reservé la habitación a un buen precio. No llegaba a 100 €. Se lo comenté al joven de la recepción y me dijo que el hotel estaba bien y que no se encontraba lejos; incluso me propuso llamarme a un taxi, cosa que agradecí enormemente.  

Efectivamente, en diez minutos y por unos 7 euros, llegamos al hotel en cuestión. Parecía bueno y limpio por lo menos. Había mucha gente en la recepción, mucha gente joven y me puse a la cola para hacer el registro de la habitación confirmada.

  •     – Hola, soy fulano y tengo una habitación reservada
  •     – ¿Cuándo ha hecho usted la reserva señor? me preguntó la joven.
  •     – Hoy, la hice hoy y está confirmada.
  •     – Lo siento, me dijo. Y levantó la voz para continuar diciendo que “todas las reservas hechas hoy, han quedado canceladas”, dijo mirándome a mí y a los jóvenes que se encontraban en el recinto como reafirmándose. Lo siento, volvió a repetir.

Estábamos en el barrio o zona de Santo Antonio y para colmo, el hotel se llamaba 3K Madrid, cerca del Metro y en dirección hacia el aeropuerto. Era fenomenal y el precio muy asequible.

Desilusionado y algo cabreado y preocupado por no haber conseguido la habitación, le pregunté por los hoteles que había en la zona. Amablemente me indicó uno muy cerca y me aseguró de que tendrían habitaciones.

Para no movernos todos, teniendo que arrastrar las maletas, le comenté a mi mujer que era mejor que ella se quedara allí, mientras yo iba a la caza de la habitación. Así en aproximadamente una hora, me recorrí todo el barrio visitando en total unos siete hoteles y no había manera de encontrar donde alojarse. En el octavo hotel, una señorita me comentó a mí y a un grupo de jóvenes que también andaban buscando lo mismo, nos comentó que tenía siete habitaciones, pero que costaban a 248 € cada una por noche y que no había ni luz ni agua. Sin meditar, le dije que yo quería una, mientras los jóvenes permanecían callados. Eran muchos euros para una habitación, aunque fuera el hotel de 4 estrellas.

Sí, sí, conseguí la habitación después de recorrer todo el barrio y después de casi más de una hora. Me registré, aboné con tarjeta los euros acordados, cogí la llave y salí en busca de un taxi para ir a buscar a mi mujer. Ella seguía donde la dejé, pero estaba sufriendo porque tardé una eternidad en dar señales de vida. Resulta que me había llamado unas cinco veces al teléfono, que no sonó en ningún momento. Yo estaba preocupado recorriendo el barrio a la caza de la sonada habitación, mientras ella estaba preocupada por no saber nada de mí. Bueno, todo había acabado. Teníamos la habitación soñada, aunque sin luz y sin agua, pero la teníamos. El taxi que había cogido, nos devolvió al hotel de nuestro alojamiento. Fenomenal, llegamos al hotel para descubrir la habitación, que se encontraba en una entreplanta dando a la calle o, mejor dicho, dando a una especie de terraza cubierta que daba a la calle, además, para llegar a ella, había que subir unas escaleras hasta el primer piso, seguir por un pasillo en el que había que subir y bajar unos ocho escalones, para continuar hasta el final del mismo. O sea, una aventura y sin utilizar el ascensor. Y por eso, habíamos pagado ni más ni menos que 248 €. Menuda compra.

La habitación era normal y sí, tenía baño que estaba sin luz y sin agua. Eran cerca de las siete de la tarde de un día soleado y claro de finales del mes de abril. Después de descansar unos cinco minutos, decidimos ir a buscar una garrafa de agua por si utilizamos el baño. Paseando, pregunté a una mujer oriental que se hallaba en la puerta de una tienda, por si tenían linternas y me contestó que no, pero sí tenían velas. O sea que podíamos solucionar el problema de la luz por lo menos. Mi señora no me hizo caso y nos fuimos en busca del agua, que era más importante. De repente, pasamos junto a una tienda que parecía ser de comestibles, pero que estaba cerrando sus puertas. Le rogué al hombre que me vendiera una garrafa de agua, pero alguien desde el interior le decía que cerrase ya la puerta y que el negocio estaba cerrado. Debí de poner cara de muy necesitado allí, mientras el hombre de dentro insistía en cerrar la puerta. Al final accedió y por unos dos euros me acercó la garrafa de agua que era esencial para poder pasar la noche en aquella oscura habitación.

Al salir del hotel, pasamos cerca de un bar donde teníamos previsto entrar a la vuelta. Y justo cuando volvimos, cargados con la garrafa de agua, lo encontramos cerrado. Total, nuestro gozo en un pozo. No pudimos tomar nada para saciar nuestra sed y calmar los nervios, como tampoco pudimos comprar nada para cenar. Pensamos que teníamos dos bocadillos del día anterior que no habíamos comido, cuando mi mujer me comentó que tan solo quedaba uno, el otro se lo había dado a una persona que vio que estaba necesitada. Le dije que no pasaba nada, que yo además llevaba una bolsa de almendras que habíamos adquirido el día anterior, en una especie de mercadillo. Con eso podíamos darnos por satisfechos y aguantar hasta el desayuno del día siguiente en el hotel, que estaba incluido con la habitación.

Nos refugiamos en la habitación con la luz de nuestros teléfonos móviles. Teníamos los móviles cargados a tope y hasta pudimos, cada uno con su teléfono, ver algo en Netflix, como de costumbre. Cenamos y nos acostamos. Hacía buena noche y teníamos las dos ventanas medio abiertas. De tanto ajetreo, estábamos cansados y nos debimos quedar dormidos muy pronto. A media noche cuando me desperté para ir al baño, noté que había luz en la habitación. Ya era algo, había un problema menos, tan solo faltaba el agua para darse una ducha relajante.

A eso de las ocho de la mañana nos despertamos y fuimos a comprobar si había agua y, efectivamente, del grifo salía agua tibia que poco a poco iba saliendo cada vez más caliente. Qué felicidad, hasta nos podremos duchar y cambiar de ropa, porque nos esperaba un día muy largo hasta poder llegar a casa. El vuelo de vuelta a Madrid era a las 20.30 horas, una hora más en España.

Ya estaba todo calculado. Después del desayuno, hicimos las maletas tranquilamente y salimos al pasillo principal del hotel. La gente tenía otra cara, parecían y estaban todos sonrientes. Habían triunfado venciendo las sugestiones, amarguras y preocupaciones del día anterior. Hoy parecía que todo iba a salir bien, y si no, algo mejor que el día anterior.

Todavía no sabíamos nada del apagón. Sabemos que la luz y el agua han vuelto al hotel, como a toda la ciudad y a todo Portugal, pero no sabíamos ni cuándo, ni cómo. Pero allí estaban al servicio del ciudadano, que ya se sentía más relajado y tranquilo.

Desayunamos tranquilamente y nos volvimos a subir a la habitación. No había prisa para hacer nada. El plan era dejar las maletas en el hotel e ir al centro a pasear, comer y lo que surja, para a eso de las 18.00 horas recoger las maletas en el hotel e ir al aeropuerto en autobús. Eso hicimos, vuelta otra vez al aeropuerto que se encontraba abarrotado de personas. Pasar otra vez el control, la policía, pero esta vez con un bulto añadido. Resulta que el domingo cuando pasamos el control, adquirimos un par de botellas de vino de Oporto para llevarlas a Madrid. Botellas que volvíamos a pasar por el control. El vigilante del control se extrañó y puso una cara rara. Le expliqué que las adquirimos en el duty free dos días antes, cuando nos cancelaron nuestro vuelo de vuelta a Madrid. Sin comentarios, cogió el paquete con las dos botellas, entró en un despacho de por allí y volvió con el paquete en un nuevo envoltorio. Le dimos las gracias y continuamos nuestro camino.    

Era martes y llevábamos en Lisboa seis días, pero habíamos venido a pasar tan solo cuatro. Realmente, es una de las ciudades de las cuales no te puedes cansar. Siempre hay algo nuevo que se puede hacer. Y si no, con deambular por sus calles, siempre descubrirás algo nuevo que no habías visto, algo bonito seguramente. Además, el tiempo nos estaba ayudando. Ni frío ni calor, la temperatura ideal para andar, pasear y fijarse en nuevas cosas.

Bueno, sobrevivimos al apagón en Lisboa. Lo bueno es que, llevábamos dinero en efectivo, y no tuvimos problema para hacernos con cualquier cosa que se nos antojase. Y la verdad es que, tampoco tuvimos grandes antojos. Sí, ese fue uno de los grandes problemas del apagón, tener o no dinero en efectivo. La inmensa mayoría de la gente, desde la pandemia que se popularizaron las tarjetas bancarias y se permitió hasta abonar un café con la tarjeta, la gente digo, se fue acostumbrando a esos pequeños pagos y dejaron de sacar dinero de los cajeros y de llevar dinero en efectivo en el bolsillo. Pues ese fue un gran problema que se le planteó a mucha gente ya que casi nada se podía abonar con las dichosas tarjetas.

Una vez ya en Madrid, el gerente de una cafetería de mi barrio, me comentó que muchas personas, todos ellas clientes de su negocio, acudieron a él para que les diera de comer y beber fiado; solicitudes a las cuales él accedió sin problema alguno. Todas eran personas conocidas y, además, clientes asiduos de su negocio, ¿cómo se iba a negar? Ellos, muy agradecidos, acudieron al día siguiente a abonar las deudas y a presentar su agradecimiento y satisfacción. A partir de este apagón, se popularizó el tener algo de parné en casa, por si las moscas. Eso detecté de varias charlas y varios comentarios de conocidos y amigos, incluso de aquellos que no creían en la necesidad de llevar dinero o de tenerlo en casa, “porqué, si siempre se puede pagar con tarjeta, o sacarlo de los cajeros”, te podían decir. Pero ¿y si no se puede hacer ninguna de esas dos cosas?

Se ha hablado mucho del apagón. De cómo sucedió, de dónde lo sufrieron y de cuáles fueron las causas de su producción. Hoy, pasado ya un mes y pico de aquel fatídico día, las cosas no se han aclarado. No se dice qué centrales cayeron ni porqué no se ha aislado el problema. Se sospecha que la culpa es de la Red Eléctrica, que ha sufrido una sobretensión, y la información es soltada a cuenta gotas por el Ministerio de Transición Ecológica. Por otro lado, se acusa a las empresas energéticas privadas que, posiblemente, se enfrentarán a multas millonarias. Por otro lado, se dice que la culpa la tiene Francia por no mejorar las conexiones eléctricas, lo que perjudica a España y a Portugal.

Está comprobado que los españoles no están contentos con sus proveedores de energía. Así andan continuamente cambiando de proveedor y las mismas empresas siempre están a la gresca y se están ofreciendo a unos y a otros y animando a que las familias hagan el cambio, ofreciendo ofertas más baratas. Por otro lado, se están ofreciendo los paneles solares como la solución idónea por las subvenciones del Gobierno y las rebajas fiscales. Pero ¿es verdaderamente cierto que existen estas subvenciones y estas reducciones fiscales? Habrá que verlo y habrá que asegurarse de que no se produzca otro apagón como el sufrido.      

Dos actos nos han escandalizado en el inicio del fin de semana pasado: la bronca que Donald Trump le soltó al presidente ucranio Volodimir Zelensky en el Despacho Oval, ante los representantes de la prensa y la multitudinaria manifestación que en Valencia volvía a pedir la dimisión de Carlos Mazón después de la desgracia de la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos, o sea una gota fría).

Empecemos por este último, que está dejando al PP y a sus dirigentes en una posición nada deseable. No se sabe si quieren apoyarle o esperan a ver si por sí renuncia al puesto y se retira. Acuérdense que esta posición ya se ha vivido en el PP con Francisco Camps y Eduardo Zaplana, precisamente en la misma Comunidad.

Al parecer Alberto Núñez Feijóo no tiene el coraje ni la fuerza que tuvieron Aznar y Rajoy para convencer a Camps y Zaplana de dimitir y retirarse, aunque ambos fueron juzgados y condenados.

Si las cosas sucedieron, como se han relatado aquel 29 de octubre, y la mayoría de las víctimas habían fallecido antes de la llegada del presidente al Centro de Coordinación Operativo Integral a las 20.28 horas, éste debería asumir su responsabilidad, ser consciente del daño provocado y afligido y, sobre todo, no ser un engorro y un óbice para su partido. Pero no, dimitir no resulta nada fácil para nadie, más si no creemos que somos el motivo principal del desastre, ni estamos convencidos de tener culpa alguna.

Piensen ustedes en ¿qué pensará Carlos Mazón de este hecho? Si el hombre ha salido a una comida de trabajo, encima con una periodista… Bueno, que la comida se había alargado un poquito, pues bueno, suele suceder. A pesar de que la primera alerta se dio sobre las 7 y pico de la mañana y a las 12.00 horas ya había dificultades en varias localidades, a él nadie de la llamado ni informado de lo que sucedía. Ni palabra. Nada ha requerido su presencia y se ha tomado la tarde libre; también suele suceder y no pasa nada… Eso pensaría él, pero realmente pasaba y el daño fue monumental y el jefe estaba ausente. Sí, por su ausencia, por no estar donde debía estar y por mentir, esconder verdades, debe dimitir.

El otro jefe, el de una parte de los americanos o mejor dicho el de los yanquis, la ha vuelto a fastidiar como de costumbre, desde que los republicanos ganaron las elecciones en EE.UU. Desde que ha tomado posesión de su cargo, Tramp ha asumido decisiones que han desfigurado y distorsionado la vida de muchos, de propios y ajenos, dentro y fuera de su país. La última ha sido la majestuosa bronca que le ha propinado al sufrido presidente ucranio Volodimir Zelensky. Le ha tratado de dictador, de guerrero, de que no quiere la paz… y todo ello a viva voz, en su despacho oficial y ante las cámaras de televisión que todo lo graban. Ese ha sido un acto inédito en el mundo de la diplomacia y de las relaciones internacionales, pero qué le importa a Trump, nada, absolutamente nada porque se cree que está en su derecho de decir y hacer lo que le plazca. Es el mandamás del país más poderoso de la Tierra.

Pobre Zelensky, ha salido escapado del Despacho Oval para buscar protección en el cielo de Londres, junto a los mandatarios europeos, también convocados por el primer ministro británico Keir Starner. Ucrania, como país europeo, debe buscar ayuda y respaldo entre los suyos, pero, ¿tiene Europa con toda su unión el valor, la fuerza y la voluntad necesaria para enfrentarse a Putin, ahora que Trump le baila el agua?

A Trump lo que le duele es que Europa no invierta en seguridad dice, pero por aquí estamos artos de destinar más dinero al armamento, armamento que tendríamos que comprarle a él precisamente. Pues no amigo, no compramos más armas ya que desear la paz es precisamente antagónico y discrepante con invertir en más armamento.

A Trump le han votado muchos norteamericanos. Seguramente a muchos ya no les place los cambios que está llevando a cabo. Seguramente que muchos de los que le votaron están ya arrepentidos y les gustaría que dimita, que se vaya a su casa porque dimitir es muy sano.

Por otro lado, y cómo no, Israel está llevando a cabo cambios en el alto el fuego en Gaza por impedir que la ayuda humanitaria llegue a los gazatíes. Así que no se olviden de ellos, ni de los cientos de miles de refugiados que se encuentran agazapados a la espera de tiempos mejores que nunca llegan.    

A algunos no hay quien les entienda. El PP, después de votar junto a Junts, en contra de varios decretos que el Gobierno intentaba aprobar beneficiando a la ciudadanía, vuelve pocos días después a exigir al mismo Gobierno que celebre un consejo de ministros urgente para que apruebe “ya” la revalorización de las pensiones, las bonificaciones al transporte público y las ayudas a los afectados por la Dana, que días antes había rechazado.

Más que eso, la siempre sonriente secretaria general del PP Cuca Gamarra, apareció ante los medios exigiendo que se suban las pensiones, se ayude en el transporte y a los damnificados de Valencia. Más aún, Gamarra dijo que su partido iba a organizar una recogida de firmas para pedir a Sánchez una “subida de pensiones ya”. Para ello, Feijóo se ha dado una vuelta por alguna que otra residencia de ancianos para preparar el terreno y mostrarles lo mucho que hace por ellos. Sí, ha visitado a los ancianos a los que pidió firmar la solicitud de subida de la pensión, la misma que no hace mucho rechazó en votación.

Aquí no se acaban los despistes y las contradicciones del PP. Hace un par de semanas el mismo Feijóo se reunió con los presidentes autonómicos de su partido para estudiar el mayor problema que hoy día tenemos los españoles, la vivienda. Esta iniciativa vino una semana después de que Sánchez presentara un plan para abordar el problema de la vivienda creando una empresa pública de suelo y la implementación de incentivo fiscales para propietarios e inquilinos.

Resulta que el PP quiere ahora construir vivienda social cuando, acuérdense ustedes, una famosa alcaldesa pepera de Madrid, vendió (regalando) vivienda social a los fondos buitre, no hace tantos años. No sé qué harán los presidentes autonómicos del PP en este tema, pero me da miedo, mucho miedo.

Otra cosa que me da también mucho miedo es, ¿cómo terminaremos después de una legislatura del recién elegido presidente “hombre americano”? El hijo de emigrantes, ha empezado precisamente con los migrantes, olvidando de dónde ha salido él. En México, se dice que unas 300.000 personas están a la espera para atravesar la frontera, en busca de un posible mundo mejor, pero sus esperanzas se están frustrando porque la frontera está militarizada.

Trump, con voluntad de expansión, comenzó metiendo medio a Panamá y a Dinamarca. Ahora resulta que el Canal y Groenlandia son americanas porque lo dice él.

Éste no tiene nada de despistado. Parece saber muy bien lo que quiere hacer. Sí, ha tenido cuatro años para planificarlo y preparárselo todo, y el mismo día que tomó posesión de su cargo, roturador en mano, comenzó a firmar decretos que asustan hasta al más pintao. Su antecesor Biden, le ha dejado el monte bien plano al conseguir que Israel firme la paz con Hamas, se decrete el alto el fuego, que Israel no ha respetado, y que se intercambien los prisioneros a raíz de 96 a 4; 96 palestinos por 4 israelitas. Así andamos y eso valen los palestinos, a razón de 24 por cada un judío.

Justo ayer, en Europa y con Israel a la cabeza, dirigentes de todo el mundo se congregaron en el campo de exterminio nazi para conmemorar los 80 años de su liberación. Son los supervivientes de Auschwitz, donde Hitler sacrificó a más de un millón de personas, en su mayoría judíos. Pero digo yo, ¿a cuantos palestinos ha sacrificado ya Israel desde 1949 con ayuda precisamente de Europa? En tan solo 15 meses, han caído casi 50.000 en Gaza, muchos de ellos civiles, mujeres y niños… Gaza, que Trump dice ahora que quiere limpiar, haciendo que el millón y medio de gazatíes que vuelven ahora a casa, sean acogidos por Egipto y por Jordania, porque el señor quiere montar en su tierra un resort turístico para las vacaciones de la población israelí. Trump pretende ahora exterminar al pueblo palestino, que no le ha hecho nada ni a él ni a sus vecinos los judíos.

Un último consejo, no se olviden de que somos humanos y hay muchos humanos, hermanos nuestros, privados de lo más simple y agazapados en una zanja o camino, esperando que alguien se apiade de ellos.  

Este verano está siendo muy caliente, tanto como el pasado y el anterior, pero todo depende de dónde lo pasa uno. En el norte de este, país siempre las temperaturas son más suaves sino algo más frescas. Dejando aparte los termómetros, lo que más preocupa son las subidas de tono y las memeces que, a gran escala, pronuncian o hacen los que nos gobiernan tanto aquí como allá.

No me digan que la huida que protagonizó Puigdemont, no ha sido de risa y qué pensarán del sorteo que prepara el eurodiputado Alvise para donar su sueldo a un afortunado. Fuera de nuestras fronteras y precisamente en América, sabemos que Brasil y Colombia han planteado a Maduro que repita las elecciones, después del fiasco que se ha producido en Venezuela. Y para colmo resulta que Rusia acusa a los soldados ucranianos de disparar contra la población civil en la provincia de Kursk deliberadamente durante su invasión, cuando éstos anunciaron la apertura de corredores humanitarios para la evacuación de los civiles en esa región.

Sabemos que, en Gaza Israel ha asesinado a más de 40.000 personas en los diez meses que van desde octubre del año pasado, hasta el actual mes de agosto. Han sido cuatro mil personas por mes, casi nada. Pero, ¿a cuántas personas ha asesinado Rusia en Ucrania?  Pues miren ustedes, … no me queda nada claro, y parece como que se quiere que los datos queden en el anonimato. Dicen que desde febrero de 2022, en que comenzó la guerra, hay unas 500.000 personas entre soldados ucranianos y rusos muertos o heridos, según informa el New York Times, citando, no se pierdan esto, a funcionarios estadounidenses autónomos.

Lo especificado de estas cifras es que las bajas militares rusas se acercan a las 300.000, incluyendo a 120.000 muertos y entre 170.000 y 180.000 heridos, mientras que las bajas ucranianas se acercan a las 70.000, con entre 100.000 y 120.000 heridos. Al parecer Moscú estima a la baja el número de muertos y Kiev no publica cifras oficiales en la era de la Inteligencia Artificial. Nada, es como revelar que “mis muertos son míos y a nadie interesa ni importa saber más”.

En Gaza está claro, más claro que el agua limpia, mientras entre Ucrania y Rusia el agua es intensamente turbia.

Hay otra cosa que queda clara. Que en Gaza no se distingue entre milicianos de Hamás y la población civil. De los muertos, el 70% son mujeres (11.100) y menores de edad (16.500), incluidos los dos niños de cuatro días de vida que han muerto recientemente junto a su madre y su abuela en un bombardeo, mientras el padre volvía con las partidas de nacimiento de ambos. Y para colmo, añadimos que en Gaza han quedado huérfanos alrededor de 17.000 niños de uno o de ambos progenitores.

Israel no contabiliza los civiles que asesina en Gaza, tan solo habla de 17.000 terroristas, todos ellos milicianos de Hamás. Aquí también las aguas son turbias ya que, para Israel, todos los palestinos son terroristas y milicianos, da igual que sean hombres mujeres, ancianos o niños.

A tener en cuenta que, a esas 40.000 muertes declaradas por el Ministerio de Sanidad del Gobierno de Hamás, que Naciones Unidas confirma y recoge en sus informes, habrá que agregar los 600 soldados israelíes muertos desde aquel 7 de octubre de 2023.

Estados Unidos, Catar y Egipto, habían anunciado una reunión entre Israel y Hamás para alcanzar el alto el fuego en Gaza, reunión a la cual Hamás había anunciado que no acudiría, y el lugar era la ciudad de Doha. Pero imagínense a quien ha enviado Israel para discutir de paz, al jefe de inteligencia exterior, a su homólogo en el servicio interior y a un general de sus tropas para supervisar las conversaciones en nombre del ejército. Menudo trio para buscar un alto el fuego.

Pero no se olviden de Gaza, Yemen, Sudán, ni de todos los humanos que andan por ahí agazapados esperando tiempos mejores.

Dos hechos llamaron mi atención, mientras navegaba entre las literaturas española y la marroquí escrita en español, en el III Congreso Internacional de la Asociación Marroquí de Estudios Ibéricos e Iberoamericanos celebrado en Meknés.

Un mensaje donde se podía leer que un experto en Rusia ponía fecha y condiciones para el inicio de la Tercera Guerra Mundial, el otro fue un WhatsApp que recoge la idea que de los árabes tenía el escritor japonés Nobuaki Notohara, después de pasar tanto tiempo viviendo con ellos. Esos árabes que actualmente sufren un injustificado ataque concretizado en Palestina y más concretamente en Gaza.

[Llegado aquí, los aviones de las FAR no han dejado de volar sobre el cielo de la ciudad, a muy baja altura, impidiendo seguir con atención a los congresistas. No sé a qué se debe ni el porqué de estos vuelos que nos hacen parecer estar también en Gaza, bajo fuego israelí. Como ciudadano, tendría que hacer una reclamación, en toda la regla, por el escándalo que arman, y por la agresión al medio ambiente, dado los grados de decibelios a los cuales someten a la ciudadanía].

El autor del artículo sobre la posible Tercera Gran Guerra, cuenta que hay en el mundo unos sesenta conflictos armados, y que alguno de ellos podría servir de detonante para esa Tercera Guerra. Esta posibilidad viene a cuento porque el profesor de historia de la Universidad de Yale, Timothy Snyder ha comparado la situación actual de Ucrania con la de Checoslovaquia en 1938, justo antes de la Segunda Guerra Mundial. Snyder apunta que la resistencia de Ucrania, está evitando que la guerra se extienda a otras partes de Europa. A tener en cuenta que el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski ha dicho a Europa que “si Ucrania cae, vosotros caeréis”.

[Otra vez vuelven a pasar esos cazas a vuelo rasante, produciendo un ruido comunal. Preguntado a alguien que se encontraba a mi vera, mientras escuchábamos a un participante en el congreso, me comentó que los vuelos son de pilotos extranjeros que están en prácticas y que sus países alquilan los aviones de las Fuerzas Armadas Reales].

El japonés Notohara publicó la obra “Los árabes, una visión japonesa” en la cual plantea las siguientes cuestiones:  

– La religión es lo mejor que se enseña, pero no evita la perversidad. Ellos son muy religiosos y muy perversos.

– El Gobierno no trata a la gente con honestidad, sino que se burla y se ríe de ellos.

– Mucho ajetreo y miradas enemigas, llenan las calles.

– Nosotros agregamos nuevas novedades y el árabe se conforma con recordar las verdades que ha descubierto en el pasado lejano.

– Cuando los árabes destruyen las propiedades públicas, creen que destruyen las propiedades del Gobierno, no las suyas.

– Me extraña por qué se utiliza tanto la palabra “democracia” en el mundo árabe.

– El concepto de honor y vergüenza, domina sobre el concepto de confianza en amplios ámbitos de la vida árabe.

– Los árabes sufrieron el racismo y aún así, he sentido profundamente que lo practican entre ellos.

El autor nos pregunta al final que qué opinión nos merecen estas ideas suyas. Piensen y opinen.

No se olviden de Gaza donde Israel está llevando a cabo un genocidio con más de 35.000 muertos y casi 90.000 heridos a mediados de mayo, con un número muy alto de niños, mujeres y ancianos. Tampoco se olviden de los cientos de refugiados, que se encuentran agazapados en uno y otros sitios de este mundo donde nos toca existir.

A la corresponsal en Jerusalén de TVE Almudena Ariza, no la han dejado hacer su trabajo en Israel. Ciudadanos israelíes se pusieron entre ella y la cámara, en una transmisión en directo e impidieron que continuara con la conexión. No eran agentes del orden, ni militares ni vigilantes de seguridad, sino simples paisanos que aplicaban la censura informativa sobre una periodista de un medio extranjero, sin importarles nada su acreditación en el país ni su trabajo. Simplemente no quieren que nadie informe de la barbaridad que están cometiendo contra el pueblo palestino. Ella asegura que eso estaba pasando diariamente y que les insultaban diciendo que vuelvan a sus países.

Más de cien periodistas han muerto en los seis meses de guerra que libera Israel contra Hamas. Cien periodistas entre las 34.000 personas asesinadas de las cuales 14.000 son niños, habiendo hasta ahora unas 75.000 personas heridas y causando grandes destrozos en la franja.

Gaza se encuentra sin hospitales por haber sido todos ellos bombardeados y destruidos directamente, porque decían que los miembros de Hamás se escondían precisamente allí. El personal médico y sanitario de los hospitales ha sido enormemente castigado, amén de las muertes y heridas sufridas por enfermos y familiares.

Al parecer, la cosa se está complicando. Israel se encuentra amenazada por Irán cuyos comandos han asaltado un buque propiedad de un magnate israelí en el Estrecho de Ormuz, además de lanzar 170 drones, más de 30 misiles de crucero y más de 120 misiles balísticos sobre el territorio ocupado que Israel ha interceptado, informado de daños menores en una base aérea. El ataque fue en réplica al asesinato en la Sección Consular de la Embajada de la República Islámica de Irán en Damasco, donde murieron 16 personas, entre ellas altos oficiales y miembros de la Guardia Revolucionaria, entre ellos el general Mohammad Reza Zahedi, enlace clave con la milicia libanesa de Hezbolá. Esto puede traer malas consecuencias en una zona muy movida y nada tranquila. Todas las miradas están ahora en la previsible represalia de Netanyahu y en el papel que puede desempeñar EE UU.

Por otro lado, han aparecido en escena las protestas de los ultraortodoxos judíos, a quienes el primer ministro Ben Gurrión concedió en 1948 la exención del servicio militar obligatorio y les otorgó buenas subvenciones paraque se dedicasen al estudio de la Torá. Actualmente esto está provocando recelos en la sociedad israelí, y son muchas las voces que protestan por la exención del reclutamiento y abogan por suspender la financiación de las escuelas religiosas.

Por aquí, a los intentos de Pedro Sánchez de reconocer el Estado palestino, que en líneas generales apoya el PP, le ha salido detractores cuando precisamente la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso, en su costumbre de atacar al presidente del Gobierno y hacer política internacional que no le corresponde, dice no entender la preocupación de Sánchez con la situación en Oriente próximo y que el reconocimiento del Estado palestino, es “premiar a los terroristas de Hamás”.

Esperemos que Israel no se tome en serio el conflicto con Irán, que con su lengua se lame el poco destrozo que dice ha producido el bombardeo iraní y, fundamentalmente, se acuerde que fue ella la primera en iniciar la contienda, y si no, que Dios nos pille confesados.

Sí, no se olviden de Gaza, de toda Palestina, ni de los cientos de miles de inmigrantes agazapados en cualquier rincón del mundo.

“Israel se defiende”, eso dicen los que justifican las barbaridades que está cometiendo el ejército de este pueblo, en contra de la población árabe; en contra de los que, en teoría, serían sus vecinos, sus compañeros, sus semejantes y casi sus hermanos.

Realmente el ataque de Hamás del pasado 7 de octubre, ha incendiado la mecha para que Israel pase al ataque. Quizás esta vez, la culpa la tiene Hamás por haber empezado la contienda, haber despertado a un sonámbulo, haberle dado la oportunidad de contratacar, pasar a la ofensiva, porque cuando Israel contrataca, lo hace con todas sus fuerzas, sin miramientos de ninguna clase, y ya no hay vuelta atrás. Lo estamos comprobando día a día desde aquel fatídico 7 de octubre.

Sí, dicen que Israel se defiende, sí, pero de quién. Se defiende de niños heridos y de bebés que no encuentran incubadoras. Se defiende de mujeres y de ancianos. Se defiende de inválidos y de impotentes. Se defiende de enfermos y desamparados. Se defiende de cuerpos rotos y de almas desvalidas.

Se ha demostrado que en los sótanos del hospital Al Shifa, donde el ejército de Israel hizo una incursión “precisa y dirigida”, según ha comunicado el estado mayor judío, después de dos días de asedio, no había armas ni era el centro de mando de Hamás.

Israel se defiende, sí, pero quién lo dice, quién repite esta frase. No serán justamente aquellos que un día se lo hicieron pasar mal, aquellos que sembraron el terror, hicieron sufrir al pueblo judío a quien consideraban indigno, ruin e indecente.   

Que yo sepa, en ninguna guerra civilizada, si es que alguna guerra puede calificarse así, jamás nadie ha bombardeado un hospital, ni ha atacado un centro médico donde tan solo puede haber heridos, gente medio muerta y personas que tan solo esperan que sus almas abandonen esos esqueléticos cuerpos y que sus suspiros sean los últimos.       

Realmente, Israel cuando quiere matar a alguien, lo hace con toda certeza y toda seguridad. Sus sistemas de ataque son tan certeros que no fallan, pero esta vez han errado, malogrado y hasta decepcionado. Y que se sepa, el pueblo palestino no es ni ha sido el enemigo del pueblo judío. Y si no, que se lo pregunten.

Europa, la culpable de este desastre, esconde la mano y dice que “Israel se defiende”, pero no es así. Espero con toda mi alma que, algún día, de algún año y de algún siglo, el pueblo judío descubra la realidad de su sufrimiento y de su injusta venganza contra el pueblo palestino.

Sí, no se olviden de Gaza, de toda Palestina, ni de los cientos de miles de inmigrantes agazapados en cualquier rincón del mundo.

Israel lo ha conseguido. Por fin ha entrado en Gaza, después de una espera de casi tres semanas. Desde el ataque de Hamás el 7 de octubre pasado, hay casi diez mil palestinos muertos entre los que se encuentran unos cuatro mil niños, dos mil quinientas mujeres y muchos ancianos. Casi mil familias han sido exterminadas del todo por los sucesivos y dirigidos bombardeos.

Los ataques directamente dirigidos a sesenta centros médicos y hospitalarios, han dejado 120 cadáveres entre el personal médico y han causado la destrucción de más de veinticinco automóviles sanitarios y ambulancias

Estaba claro. Israel quiere borrar a Gaza del mapa, quiere exterminar a Hamás y le da lo mismo bombardear escuelas, hospitales, barrios residenciales, campos de refugiados o plazas, así como jardines y espacios públicos donde juegan los niños, las madres hacen la compra, los más mayores toman el sol y los hombres trabajan para ganarse el sustento de su día.

Israel, después de 75 años de genocidio, tiene ahora la oportunidad de masacrar y acabar con el que cree es su enemigo número uno Hamás, que no ha renunciado nunca a la lucha y a la defensa de su territorio.

Israel supuestamente se defiende de la agresión de Hamás, que fue quien ha atacado primero y ha secuestrado a ciudadanos israelíes. Israel se exculpa diciendo que tan solo se está protegiendo de los ataques terroristas de Hamás, sin hacer referencia al terrorismo que ha ejercido en todo el territorio durante los últimos setenta y cinco años.

Y claro, Estados Unidos y la Europa solidaria, se han inclinado para defender al agresor real, al verdadero terrorista, ignorando el sufrimiento que padece el pueblo palestino en la Tierra Prometida, desde que unos ciudadanos europeos, rubios y de tez blanca, han decidido que el pueblo judío no merecía la pena y que había que exterminarlo.

Los judíos, que nadie puede negar el sufrimiento al que han estado sometidos, han decidido casi unánimemente vengarse, pero se han equivocado de adversario. Su enemigo y contrincante era el pueblo alemán y no todos los alemanes, ni los inocentes, cándidos e inofensivos palestinos, que Dios les había asignado para compartir una tierra y vivir en armonía y concordia.

No señor, Israel se equivoca, se ha confundido y ha errado al señalar al pueblo palestino como adversario y nadie se lo dice. Y lo peor de todo, es que precisamente quien se lo puede decir y el que lo puede convencer, no lo hace, sino que lo apoya y defiende.

Estados Unidos y la Europa racista, son cómplices del genocidio que está llevando acabo Israel en Palestina. Su furor y venganza desmesurados, la están llevando al extremo más exagerado de la crueldad contra quien no tiene culpa ni responsabilidad alguna. Miren, piensen y verán qué gran injusticia se está cometiendo en nombre de “Israel tiene que defenderse” y verán que no es verdad. Seguiré repitiendo… no se olviden de Gaza, Palestina, Irak, Siria, Yemen, ni de los miles de refugiados agazapados en cualquier rincón del mundo, ellos no son culpables y están padeciendo mucha maldad.

Tres hechos insólitos han enturbiado y amargado nuestra existencia en el último mes: los terremotos de Marruecos y Afganistán y la guerra que se ha declarado en Palestina, tras los bombardeos y la inclusión de Hamas en los territorios judíos.

Marruecos ha sobrevivido a un gran terremoto que ha sacudido a casi todo el país, incluso ha llegado al sur de España, terremoto que ha dejado tres mil muertos y la destrucción de muchas aldeas y viviendas en la zona del Gran Atlas, afectando a cinco provincias. Recordemos que el terremoto de Agadir de 1961, había causado 12.000 muertes por haber tenido su centro sísmico en esta ciudad, que estaba prescrita a ser un centro turístico por excelencia. En 2004 la sacudida de la región de Alhucemas se ha saldado con aproximadamente 700 muertes y mil heridos.

Un desastre y una pena por dejar huérfanos, viudas y ancianos sin hogar ni medios de existencia, además de los pobres malheridos a quienes el ejército ha tenido que socorrer plantando hospitales de campaña. Pero el auxilio no tardó en llegar desde todas las zonas del país, mientras el Estado empezaba a organizar cómo reconstruir lo derribado y como levantar lo caído.

Suerte están teniendo en Marruecos por las ayudas que ha recibido, tanto del interior como del exterior, a tal punto que las relaciones entre este país y Francia se han visto tambalear al no aceptar Rabat que París participase en socorrer a la población afectada. Chapeau a los miembros de la UME españoles que han participado en auxiliar a la gente que se quedó atrapada entre los escombros de las viviendas de adobe, tan numerosas por la zona.

Suerte tiene Marruecos digo, por tantas ayudas recibidas, porque Afganistán cuya región oeste, la más próxima a Irán, tan propensa a los desastres naturales, fue sacudida recientemente dos veces, ha cobrado más de 2.400 vidas, tiene una población empobrecida, está a falta de infraestructuras y los apoyos internacionales que podían aportar ayudas al desarrollo, han tenido que dejar el país recientemente nada más constituirse el nuevo gobierno.  

El ataque del grupo terrorista Hamas a Israel, ha sido el no va más. Es exactamente lo que esperaba Israel para justificarse y alcanzar el beneplácito de todas las fuerzas internacionales, para comenzar a liquidar a sus acérrimos enemigos palestinos, en concepto de defensa de su territorio. Hoy mismo, la misma presidenta de la Comisión Europea y delegados de Francia y Alemania se dirigen allí para apoyar a este pobre atacado y humillado por los terroristas de Hamás. Es una pena, porque estos representantes europeos no han acudido, en ningún momento de este año, cuando Israel asesinó a 268 personas entre los que se encontraban niños y ancianos, cuando ha confiscado tierras o profanado lugares santos del islam, ni cuando los colonos han invadido territorios palestinos, como aseguró el embajador palestino en Madrid hace unos días.

Alemania y Francia han prohibido estos días las manifestaciones en apoyo de Palestina, mientras que en el Reino Unido se advierte que ondear la bandera de ese país puede ser considerado un delito de orden público. Bueno, no esperábamos otra reacción, porque ¿qué iban a decir las potencias causantes de la ocupación de Palestina por el opresor israelí?

Es cierto que Hamás tiró la primera piedra, aunque no sido la única vez. Es cierto también que ha dado en la diana con sus bombardeos y su inclusión en tierra enemiga, y esta sí que ha sido la primera vez. Las bajas han sido numerosas para ambas partes, pero el número de víctimas palestinas supera al de víctimas israelíes. Y lo que parecía una escaramuza de fin de semana iniciada por Hamás, se está convirtiendo en una guerra seria e intuyo que muy larga.

El Ejército de Israel inicia la evacuación de Gaza y ordena a un millón cien mil personas a abandonar la zona norte y refugiarse al sur de la Franja. Se dice que ha dispuesto unos 360.000 soldados para entrar en la zona y acabar con todo ser viviente.

Realmente Gaza no es Hamás. Allí hay población civil indefensa, hay extranjeros y se sabe que muchos españoles. Israel ha lanzado un comunicado donde pedía a los ciudadanos del norte de la Franja de Gaza que abandonaran la zona y se vayan al sur. Quieren evacuar a un millón cien mil personas por sus propios medios, entre los que se encuentran mujeres, niños, ancianos y enfermos. Una locura que no acepta ni la ONU, pero el plazo se está acabando. Queridos/as, piensen en lo que estarán sufriendo las personas que están en Gaza en este momento, piensen igualmente en los cientos de miles de inmigrantes que se encuentren agazapados en mil rincones del mundo. Ellos también tienen derecho a ser libres.